La urgencia de una pedagogía liberadora

Kevin H. Montoya Cruces

 

En la historia diferentes dificultades nos han puesto a prueba. Ahora nuestra especie afronta una más: parar la destrucción del planeta. Somos una especie creadora e innovadora; por tanto, destructora e indiferente. Tenemos conocimiento pero, nos es muy difícil despegarnos de nuestro sentido animal. Trayendo a colación a  Aristóteles: “el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre” (p. 50-T 1-1353ª). Somos sociales es cierto, no me imagino un mundo sin dialogo e intercambio de saberes, lo que nos molesta es la palabra que antecede a lo social, nos referimos al concepto animal.

 

En la realidad donde yacemos este término hace que todos los sucesos vividos de “avances y progreso” sean desprestigiados ¿De qué manera puede provocar pus en nuestra sociedad este término? Somos testigos de los grandes saltos tecnológicos, somos testigos de la labor de la ciencia y su rigurosidad, somos testigos del afinamiento de la técnica, pero, ¿Hemos mejorado el sentido humano frente a nuestra sociedad? Es ahí donde la herida empieza a segregar pus y no podemos curarla.

Somos participes del vivir cotidiano, pero pasamos desapercibidos en cuanto problemas sociales. “Por lo tanto, no basta con estar despierto, sino que además es preciso estar alerta o atento, es decir, que intervenga el contenido de consciencia” (Quevedo; 2018, p. 16). La indiferencia es el arma de autodestrucción masiva más sangrienta del ser humano, el error profundo de ahogar al prójimo para “yo” subir a la superficie. La sociedad no debe ser vista como una competición de todos contra todos, debemos optar por un grado de consciencia y dirigirnos hacia el vivir en comunidad.

La desigualdad social provoca nuevos cambios y no solo nos referimos a las nuevas ideas de explotación laboral, por ejemplo las famosas “pirámides”, donde te hacen creer que “eres tu propio jefe” pero tienes que vender  grandes cantidades del producto ofrecido para poder mantenerte. O  los famosos servicios de entrega rápida, en donde ni conoces a la persona que te contrata, en cuyas  empresas no existe el despido o descanso por alguna enfermedad, simplemente te desconectan. Es lamentable el grado de explotación y dominación que se maneja en la “sociedad avanzada”, “el mercado, devenido divinidad, es el Dios terrestre que se ha expuesto por encima de todos los dioses. Su agresividad es infinita” (Hinkelammert, 2017, p. 153), y el trabajo mejor realizado que tiene la “sociedad avanzada” es el brote de indiferencia frente al prójimo.

Se ha llegado a tal profundidad que hasta entre las palabras de puntero laser las enlaza y crea un término aun peor “aporofobia”: el miedo y rechazo al pobre. Es decir, que si no estás dentro de una economía aceptable eres rechazado, dándote a entender que no te has explotado lo suficiente como para poder ser aceptado, es irónico que se pueda acuñar este concepto entre seres “sociales-racionales”. De acuerdo al razonamiento anterior podemos rescatar que, vivimos en una sociedad sin unidad, totalmente alejada de la comunidad.

Queda expuesto que la sociedad, que normalmente conocemos, es un trozo de egoísmo envuelto en avaricia en comparación a las comunidades indígenas, que hasta el día de hoy siguen disfrutando de una riqueza inmensa en cultura. Aunque sus conocimientos son pisoteados por el eurocentrismo, que es pensar que Europa es la que ha producido mejores conocimientos; sin embargo, al ser investigados resultan, en algunos casos, hasta más eficaces que aquellos saberes científicos que llamamos “rigurosos”. No trato de deslegitimar los saberes científicos, trato de realzar y legitimar conocimientos propios o nuestros.

Mientras que en los pueblos originarios aprecian la naturaleza, aman y respetan la tierra, adoran al Apu y a la laguna; por el contrario, la supuesta “sociedad avanzada” depreda y contaminan los recursos naturales, convirtiendo el valor de la naturaleza en precio, como se dio el caso de cotizar el gua en Wall Street. Los banqueros pueden llegar a tal punto de cinismo, que no importa el bienestar del ser humano, sino el bienestar económico de algunos cuantos.

Queda en evidencia que la gran “sociedad avanzada”, derrama dinero dentro de bolsillos saciados de dinero, privatiza recursos naturales que, en ningún momento la madre tierra les cedió. En esta sociedad aun somos esclavos y nos han hecho creer que ya no lo somos, fue y es la mejor estrategia de los opresores, de aquellos que lucran con el dolor y explotación del trabajador.

“Somos libres, seámoslo siempre…” Hermosas palabras del himno nacional del Perú, hombres gritando este coro a todo pulmón y repitiéndose a sí mismos hasta poder creérselas pero, ¿de qué libertad estamos hablando? Si cada vez estamos más y más atados, cada vez se violan nuestros derechos; nuestras ocupaciones se vuelven una tortura por no poder decir lo que realmente pensamos. Libertad, no se puede concebir con tan solo firmar un tratado o un acta, no se puede concebir cuando tienes que elegir entre dos o tres presidentes, no se puede concebir en una sociedad que te explota y explota tu habitad de vida.

Para poder conseguir una verdadera libertad se tiene que llegar más allá de lo formal, tenemos que llegar a cambiar el pensamiento del que quiere oprimir al prójimo, se tiene que dar un cambio liberador en la educación para poder empezar nuevamente. “La esperanza se instala en ti en el momento en que el mañana no es inexorable; puede venir y puede no venir. En otras palabras, el mañana tiene que ser hecho por nosotros. Eso es lo que para mí fundamenta la esperanza como una necesidad ontológica” (Freire, 2020). Asumiendo las palabras del filósofo Paulo Freire, nuestro rayo de esperanza es la educación, no se puede concebir la libertad, no se puede generar un cambio en el ser humano, no se puede dirigir a un modo de vida comunitario sin la base esencial de una educación liberadora.

 

Referencias bibliográficas

Aristóteles (1988). Política. Madrid, Gredos.

Bautista R. (2017). Del mito del desarrollo al horizonte del vivir bien ¿Por qué fracasa el socialismo en el largo siglo XX? Yo soy si tú eres ediciones.

Viale, E. (2020). “Por qué el agua no puede ser tomada como una mercancía”.  https://www.perfil.com/noticias/ecologia/el-agua-no-puede-ser-tomada-como-una-mercancia.phtml

Freire, P. (2020). “La pedagogía de la esperanza, es un libro escrito con amor y rabia”. https://www.bloghemia.com/2020/12/paulo-freire-la-pedagogia-de-la.html?m=1

Quevedo M. (2018). El cerebro inconsciente. España, Bonalletra Alcompas.

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