Kevin H. Montoya Cruces
Nos encontramos en un pasaje histórico crítico para el ser humano, pues, la realidad en que yacemos nos muestra las diversas caras de nuestro sistema de gobierno, sin embargo, lejos de aprender de los errores y corregirnos, caemos en el afán de buscar un culpable para poder sentirnos mejor; y de esta manera evadir responsabilidades. En Perú la COVID-19 es un elemento de culpabilidad fundamental para esconder los errores y falencias de un sistema político desbordado de corrupción. En este escenario, es necesario no solo estar despiertos sino estar conscientes de la realidad, en un estado de alerta constante como la neurociencia lo propone- para no tragarnos las mentiras que nos da el gobierno a través de los medios de comunicación.
Somos testigos de todo el caos ocasionado por la pandemia. La cual, no solo es un problema de salud, sino que arrastra consigo todas las dolencias de una sociedad injusta que nunca fue expuesta por las grandes pantallas, pero que todos sabemos cómo trabaja. Su función es entorpecer los puntos de vista críticos y que no cuestionen el establishment.
Hace algunos días todas las grandes pantallas –y con esto me refiero a los medios de comunicación oficiales– nos bombardeaban con un arma poderosa llamada felicidad; Intentan hacernos creer que estamos salvados, luego de sufrir por largos meses y de ver caer a nuestros hermanos hacia el infinito cielo; para ellos todo está arreglado. Por fin tenemos las vacunas que acabarán con el tan temido virus de la COVID-19. Por obra de la mágica vacuna, con lo que, al fin y al cabo, pondría en el basurero las críticas hacia la autoridad, que pese a todo “saben cumplir sus promesas”.
Las vacunas llegaron este 7 de febrero, tal como el presidente de la república Francisco Sagasti lo había anunciado. Ingresó al Perú el primer lote de 300 000 vacunas de Sinopharm, en el vuelo AF480. El esperanzador viaje, partió desde el aeropuerto de Beijing en China, tomándose un respiro en el aeropuerto Charles de Gaulle de Francia y con arribo final en el terminal aéreo Jorge Chávez de Lima. Para toda la comunidad que ha sufrido por largos meses, esta noticia es devolver la esperanza a un pueblo lleno de heridas. Aparentemente es un logro sin igual para el pueblo peruano, pues es lo que dicen la mayoría de medios de comunicación. Lamentablemente no lo es, es un premio que se otorgan los grandes acumuladores de riquezas para resaltar su egocentrismo y su afán de lucro.
«Es momento de liberarse y tiene que empezar por la educación, pues, como decía Paulo Freire: La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.»
Como es de esperar la élite siempre subestima al pueblo “llegaron las 300 000 vacunas para los más de 30 millones de peruanos, es un insulto a la población minimizar su racionalidad, a pesar de ello se aferran a la idea de que el pueblo es ignorante por naturaleza, quieren que respiremos con tranquilidad, quieren que olvidemos todos los sucesos surgidos en esta pandemia inyectándonos la vacuna de la felicidad”. Para problema del sistema no somos sus fieles devotos, el gran problema radica en cómo el pueblo tiene que sobrevivir sin protección, sin ayuda de su gobierno, siendo el pueblo el más vulnerable.
Los explotados, que en muchos casos aspiran a ser como sus opresores, manipulados por los medios de comunicación, quizá terminen por echar la culpa al pueblo. Porque han capturado sus conciencias, como si hubieran sido vacunados para ser inmunes al pensar crítico: Los oprimidos, que introyectando la “sombra” de los opresores siguen sus pautas, temen a la libertad, en la medida en que ésta, implicando la expulsión de la “sombra”, exigiría de ellos que “llenaran” el “vacío” dejado por la expulsión con “contenido” diferente: el de su autonomía. (Freire, 2012; p.28) De ahí la necesidad de superar el sistema explotador, las grandes pantallas enaltecen al sistema opresor, los medios de comunicación mediáticos y embrutecedores, luchan por el sistema, creando miedo o inyectando felicidad, dependiendo de cuál resulta más factible y no, porque ambos tienen que ver con lo que se vive. Por ejemplo, dan detalles minuciosos sobre las muertes por el virus. Lo cual en sí mismo no aporta casi nada. Sin embargo, dejan de lado otras noticias “de poca importancia” para la salud del establishment, como las protestas de los agricultores.
¿De qué podemos alegrarnos si las vacunas compradas solo serán para la élite? Pero, para los medios de comunicación, los políticos son taumaturgos, quienes multiplicarán las vacunas, así como Jesús con los peces y panes. Para los medios de comunicación, los que se vacunan, no están aprovechando su cargo para salvarse a sí mismos, sino que “arriesgan sus vidas” para probar la medicina en sus cuerpos, emulando al mártir de la medicina peruana Alcides Carrión. Es hora de despertar del letargo, los noticieros te están vendiendo felicidad por las pantallas, anteriormente te vendían muerte y miedo, pero, al parecer nuestros medios de comunicación e información han optado ahora por dar esperanza y no miedo, porque no están tratando de ocultar nada, “eso ni pensarlo”.
En el momento existe un relativo consenso sobre la necesidad de la gestión de comunicación para el logro de una imagen lo más favorable posible por parte de los públicos, pues son estos los que determinan mediante su protagónico rol en la comunicación los elementos que eligen y los que descartan para construir su representación del mundo. (Trelles, 2009, p.173). Me cuestiono la forma en que proceden los medios de información. Con un público manipulable, se obtienen buenos resultados. De la noche a la mañana se crean candidatos que luego desaparecen, vuelan a la fama a quienes sus garras persiguen. Exprimen talentos que después olvidan. Los medios de comunicación son los dosificadores de realidad, si no estás preparado para poder enfrentarlos tendrás que absorber todo lo que te muestren, cual esponja con el agua; por este motivo es urgente la introducción de una educación liberadora.
Después de que las grandes pantallas te hayan vendido felicidad, lamento ser la piedra en el zapato, esta realidad de sufrimiento aún no acaba, el pueblo peruano se encuentra agonizando por los estragos ocasionados por la pandemia y por las decisiones de su gobierno, es triste saber que esto no es de importancia para los gobernantes de nuestro país.
Es un cuento de horror el que estamos viviendo; Parafraseando a Oscar Wilde, el relato es contado por un grupo de idiotizados. Mientras que un sector estará privilegiado, los “de-más” tendrán que ser felices mirando cómo algunos gozan de las vacunas. Con esto quedarán satisfechos los dueños de esos canales, porque las mayorías seguirán “sufriendo felices” viendo a los que son más desgraciados que ellos, son pasto de noticia, si en caso aparecen. Así como la señora que corría detrás de la camioneta presidencial, pidiéndole ayuda desesperada a un ex mandatario.
No están al servicio de “las buenas obras de tu gobierno”, ni de las malas; sino que aquello constituye la fuente de sus ganancias. Se alimentan de lo bueno y lo malo, pero no para que lo bueno perdure, sino para enfrentarlos como a gladiadores, a ver cuál les genera más ganancia.
El “precariado”, es decir los más pobres que no llegan ni a proletarios, tendrán que esperar, hasta vivir sus grandes luchas. Antes pasarán hambre, sufrirán muertes de seres amados. Es momento de liberarse y tiene que empezar por la educación, pues, como decía Paulo Freire: La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.
Referencias bibliográficas
Freire, P. (2012). Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI.
Telesur (2021). “Arriban a Perú 300 mil vacunas de Sinopharm contra la Covid-19”. Disponible en: https://www.telesurtv.net/news/peru-recibe-lote-vacunas-contra-covid-20210208-0002.html
Trelles, Irene. (2009). “Gestión de comunicación con medios e imagen: relaciones e intermediaciones desde un enfoque sistémico y dialéctico”, pp. 173-190. En: Capital, poder y medios de comunicación: una crítica epistémica. Valqui, C. Pastor, C. Cajamarca: UPAGU.
Valqui, C. Pastor, C. (2009). Capital, poder y medios de comunicación: una crítica epistémica. Cajamarca: UPAGU.