Jaime Araujo-Frias
La función del gobierno es velar por el bien común. Hacer que las instituciones del Estado garanticen el cumplimiento de los derechos de la persona humana. Se podría decir que enfrentar y resolver los problemas que perjudican el goce de los derechos civiles y políticos, pero también económicos, sociales, culturales y ambientales de la población es lo que debe caracterizar un buen gobierno. El objetivo de este breve trabajo es sugerir que el problema principal que actualmente azota al Perú es la corrupción, y que combatirlo no es una opción sino una necesidad pública.
La corrupción política como problema principal
La corrupción ha sido una constante en la historia del Perú. Se ha constatado que no ha habido ningún periodo que esta haya estado ausente (Quiroz, 2019). Sin embargo, desde aproximadamente tres décadas la corrupción ha dejado de ser una característica del sistema de gobierno para convertirse en la forma de gobierno. De acuerdo con recientes informes del Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI (2020) entre los principales problemas que aquejan al país destacan sobre todo dos: la corrupción y la delincuencia. El 62,1% de la población coloca a la corrupción como la principal preocupación, seguido de la delincuencia con el 40,9%. Y entre los tipos de corrupción se identifica a la corrupción política como la más dañina.
¿Qué es la corrupción? Una noción corta de la misma la propuso Transparencia Internacional-TI (2009): “el abuso del poder encomendado para el beneficio propio”. Una definición más amplia es la ofrecida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH en su Resolución 1/18 de 2 marzo de 2018: “…fenómeno complejo que afecta a los derechos humanos en su integralidad, así como al derecho al desarrollo; debilita la gobernabilidad y las instituciones democráticas, fomenta la impunidad, socava el Estado de Derecho y exacerba la desigualdad”. Ambas definiciones son ilustrativas y útiles para comprender la corrupción referida a la política.
Un estudio sobre confianza Institucional en América Latina coloca al Perú como el país que más desconfianza tiene hacia los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
¿Qué es la corrupción política? Malen Seña (2002) la define como aquel acto que constituyen la violación, activa o pasiva, de un deber posicional o del incumplimiento de una función de carácter político con el objetivo de obtener un beneficio extraposicional cualquiera sea su naturaleza. Sandel (2020) nos arroja mayor claridad: considera que la corrupción política se presenta de dos formas. La primera más conocida por la población, y está relacionada con la idea de utilizar el ejercicio del poder político para sobornar, pagar favores, traficar con influencias en favor de familiares o grupos. La segunda, en cambio, no está relacionada con la apropiación de los recursos públicos ni con el fraude y tráfico de influencias, sino con el distanciamiento de los ciudadanos de las responsabilidades públicas, a la cual denomina corrupción cívica y opina que es más perniciosa que la primera.

Ahora bien, se ha dicho que el concepto de corrupción política es confuso y amplio (Garzón, 2019). O de una enorme ambigüedad, y al mismo tiempo, muy expansiva (Villoria, 2019). Sin embargo, como quiera que sea definido lo que es la corrupción política en lo que la mayoría de pensadores coinciden es en que resulta un mal absoluto (Monge y Urdánoz, 2019), porque socava las bases en las que se sostiene todo Estado de derecho constitucional: la garantía de los derechos fundamentales y la independencia de poderes.
La corrupción política como violación de los derechos fundamentales
La corrupción política no solo perjudica el presupuesto público del país y la democracia, sino sobre todo los derechos fundamentales. En 2019 la Contraloría General de la República determinó un perjuicio económico de más de 23 mil millones de soles (Shack y Portugal, 2020). Un estudio sobre confianza Institucional en América Latina coloca al Perú como el país que más desconfianza tiene hacia los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial (Estella de Noriega, 2020). Y otra investigación sugiere que la corrupción afecta a los derechos fundamentales porque impide el acceso a la salud, a la educación, a los servicios de saneamiento, a la justicia, entre otros (Luciani, 2019).
Todo lo cual perjudica —sobre todo— a las poblaciones más pobres de nuestro país, puesto que muchas veces los servicios que el Estado está obligado a prestar son los únicos medios que tienen para solventar sus necesidades. Y como decía Shylock, el personaje de El mercader de Venecia: “Si me arrancan los medios con que vivo, me quitan la vida entera” (Shakespeare, 2001, p. 125). De ahí que sea razonable convenir con algunos investigadores en que la corrupción mata (Luciani, 2019). Y de ahí también que el combate a la corrupción sea una necesidad pública de todo buen gobierno.
Conclusión
Como hemos visto el problema principal que aqueja actualmente al Perú es la corrupción política. Sobre todo, la gran corrupción política: la que se desarrolla en las altas esferas del poder. La cual perjudica el goce de los derechos civiles y políticos, pero también los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de la población. Si es así, entonces es razonable convenir en que una de las tareas principales del próximo gobierno del Perú es el combate a la corrupción política.
Referencias bibliográficas
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Estella de Noriega, A. (2020). Confianza Institucional en América Latina. Un análisis comparado. Documento de trabajo 34/2020. Disponible en https://www.fundacioncarolina.es/wp-content/uploads/2020/05/DT_FC_34.pdf. Consultado el 30/04/2021.
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Shack, N., Pérez, J., y Portugal, L. (2020). Cálculo del tamaño de la corrupción y la inconducta funcional en el Perú: Una aproximación exploratoria. Lima: Documento de Política en Control Gubernamental. Contraloría General de la República. Disponible en https://doc.contraloria.gob.pe/estudios-especiales/documento_trabajo/2020/Calculo_de_la_Corrupcion_en_el_Peru.pdf. Consultado el 30/04/2021.
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