Ayrton Armando Trelles Castro
atrellesc@unsa.edu.pe
Puede que para muchas personas investigar sobre las palabras que se utilizan no sea más que una pérdida de tiempo. Sin embargo, una de las características de la filosofía es reflexionar en torno a lo que ha sido aceptado para ponerlo en cuestión. Por esa razón discutir el tema del neoliberalismo no es algo trillado, por más que lo parezca. Hay posturas encontradas al respecto, por ejemplo, para algunos, el neoliberalismo es una forma de hacer política, para otros, un modelo económico. Y otro tanto, incluso, sostiene que éste no existe debido a que es liberalismo sin nada de nuevo. ¿Qué es entonces?
Este tema suele ser recurrente, incluso a veces parece como si fuese hasta parte del aire que se respira. Quizá el reto de pensar las cuestiones concretas reside en poder catalogar y aclarar el objeto de estudio. Porque para poder transformar la situación en la que vivimos primero debemos conocerla. Tener el sentimiento en torno a lo que se vive no basta al momento de querer señalarlo, al momento de decir “esto es lo que está mal”. El ejemplo del inconveniente de querer criticar algo que parece conocido, pero que aún falta explorar, es el tema que mencionamos, el neoliberalismo. Es posible que quienes más se acercan a la naturaleza del asunto son aquellos que percibieron que el neoliberalismo es un sistema o una política. Por otro lado, los que defienden su inexistencia están, si no muy alejados de todo, perdidos.
¿El neoliberalismo es un sistema?
Suele pensarse que un sistema es el conjunto de instituciones encargadas de hacer funcionar una economía. Por lo que el neoliberalismo sería el conjunto de instituciones encargadas de hacer funcionar la economía capitalista. En tal caso, el capitalismo podría cambiarse en tanto el conjunto de instituciones sea transformado. Esa visión contiene problemas. El principal reside en la crítica que existe contra la idea de que hay un conjunto de normas, que deben aplicarse, para hacer que el sistema se genere. A ese conjunto de normas se las conoce como “Consenso de Washington”. De todos sus puntos sólo algunos son considerados por los países que son denominados neoliberales.
Como se ve, si aquello que se critica no es aplicado en su conjunto, no podría afirmarse que el neoliberalismo es un sistema. El conjunto de instituciones necesarias para su función no es tomado en su totalidad, solo en ciertos aspectos. Por lo que sería infructuoso querer cambiar aquello que en la práctica no se utiliza.
Las instituciones que denominamos neoliberales, incluyendo al mercado, no serían parte del así llamado sistema neoliberal. Pero sí serían parte del capitalismo. El capitalismo sí es un sistema y el motor del sistema es el capital. Acá encontramos una buena diferencia con la cual podríamos hallar el hilo de Ariadna, para salir del laberinto que representa una compleja sociedad. A diferencia del capitalismo, el neoliberalismo no tiene un motor claro. Si se dijera que su motor es el capital, se afirmaría que el neoliberalismo es tan antiguo como el capitalismo, por lo que no tendría nada de nuevo. El capital (el ser) es el valor que se valoriza. Lo cual significa que el capitalismo (el fenómeno) busca generar valor para que sea el punto de apoyo en su expansión. En otras palabras, el capital vendría a ser la forma en que a través del trabajo del individuo el sistema aumenta la riqueza social para convertirla en riqueza privada, y que ésta pueda valorizarse a partir de la creación de valor, o sea, a partir de la explotación tanto humana como de la naturaleza.
El neoliberalismo no es un sistema. Las instituciones que conocemos, incluyendo al mercado, tampoco son neoliberales en sí mismas. Entonces, no existe el denominado sistema neoliberal, debido a que no existen instituciones que podrían llamarse neoliberales. Por lo que posiblemente el neoliberalismo sea una política. Pero para entender esto tendríamos que dar las características de lo que es o puede ser una política neoliberal.
¿El neoliberalismo es una política?
El neoliberalismo es una política a su manera. La política es una praxis. La política, al ser una forma práctica con la que se ejecutan criterios, desde religiosos hasta económicos, está determinada por una razón. La razón neoliberal apunta a una forma de entender la sociedad en la que vivimos. Que su forma de entender el mundo esté al revés o sea una manera idealizada de verse a sí misma, puede constituir otra reflexión. Lo que buscamos aclarar es que el neoliberalismo constituye una política.
Como toda concepción, la política neoliberal tiene una historia, representantes, gurúes y hasta religiosos. La historia del neoliberalismo se remonta a los años 70 del siglo 20. En esos años, países como Estados Unidos de Norte América o El Reino Unido, tenían gobernantes dispuestos a hacer concesiones a las grandes empresas de sus países. La principal era poder combatir el poder de las organizaciones de trabajadores. Lo que se intentaba era generar las condiciones en las que, tanto teórica como prácticamente, se lograra la idea de que poner todo al servicio del mercado era bueno. Es así como la educación, la salud, la seguridad, la jubilación, irían dejando de ser parte de la política estatal. Todo ese bienestar para un buen número de la población se vería mermado.
Lo mismo ocurrió en América Latina. Las políticas estatales que incentivaban la creación de programas para la atención a la población, como salud, educación, seguridad, etc., serían dejadas de lado. Es que el mundo estaba atravesando cambios demandados por el mismo sistema capitalista. La acumulación de riqueza vería nuevas formas de apropiación privada, el cambio del dinero-mercancía a dinero ficticio, daría un empuje tremendo a nuevas políticas de saqueo y frenesí del capital, que se sumergía cada vez más en la búsqueda del aumento de ganancias. La expansión del capital, como sucede en nuestro tiempo, tiene una gran barrera, que es querer seguir expandiéndose en un mundo finito. Nuestro mundo limitado, tanto en recursos naturales como con el mismo ser humano, no puede soportar la explotación a la que los somete la fuerza desbocada del capital.
La política neoliberal entraña pues un criterio idolátrico, que es la expansión infinita del capital en un mundo finito
La política neoliberal entraña pues un criterio idolátrico, que es la expansión infinita del capital en un mundo finito. Para eso ve como barrera al propio Estado que, según sus teóricos, desincentiva las inversiones debido al afán de éste por hacer cobros de impuestos. Si los impuestos pudieran ser eliminados, habría más inversiones, por lo tanto, más trabajo. Buscan darle cierto abolengo a esta historia, remontando su origen al revolucionario alzamiento de los colonos norteamericanos contra la corona inglesa, quienes se negaron a rendirle cuentas e impuestos, que ponían en peligro sus ganancias. “Don´t tread on me”, es la consigna que hasta ahora esgrimen con entusiasmo, pensando que la forma cómo se vivió la historia en una región, representa la libertad universal. Bajo esta consigna, no hay nada de libertad, porque es la misma con la que el capital emergió y sus valores políticos y morales también. El capital, como vemos, somete al ser humano y la naturaleza.
¿El neoliberalismo no existe porque es el mismo liberalismo?
Quien haya afirmado que el neoliberalismo no es nada nuevo porque es el liberalismo, genuino y dieciochesco, quizá quiera sorprender. El liberalismo tiene tantos matices que, incluso, ha sido motivo de controversias entre los propios liberales. Porque la raíz de la palabra se remonta a la época romana, donde ser liberal significaba tener una actitud ante los excesos de las personas pudientes, buscando los valores de la mesura y resistencia contra placeres mundanos. Era la moral de personas altamente conscientes de que para vivir no era necesario mucho. Sin embargo, sus figuras, en su mayoría, eran aristócratas. Pertenecientes a una clase acomodada.
El liberalismo, tiene muchas vertientes. No existe un consenso de qué significa ser liberal. La cuna del liberalismo dieciochesco es Francia y no Inglaterra, ni Alemania, ni Estados Unidos de Norteamérica. Desde sus inicios algunos se reclamaron más liberales que otros. Tenemos por ejemplo a Bastiat, uno de los fundadores de las sociedades smithnianas, que buscaban difundir la obra del economista Adam Smith, sobre todo las concernientes a la liberalización del mercado. Bastiat actualmente es una figura predominante para los paleo-libertarios. Personas que intentan demostrar que el liberalismo es natural a la condición humana, desde que surgió el ser humano. Uno de sus máximos representantes es M. Rothbard.
El neoliberalismo no es liberalismo, pero sí comparte la defensa de una sociedad de mercado. Que algunos liberales se inclinen más por la utopía de una sociedad sin Estado que otros, he ahí uno de los matices interesantes dentro de esa discusión. Pero el neoliberalismo es una praxis política que intenta totalizar al mercado, donde el criterio con el que se ve al ser humano es también capitalizarlo, es decir, ver capital hasta en el aire, por ejemplo: denominar a los amigos “capital social”, a los talentos “capital cultural”, incluso hay manuales para que cada persona se comporte como una empresa o también, si se quiere, una “Sociedad anónima”, donde cada uno es su propio jefe porque sabe ofrecer mejor la mercancía tan estudiada por Marx, es decir, la fuerza de trabajo.
A modo de conclusión: aún falta mucho por pensar
El modo de producción capitalista ha generado diversas políticas a lo largo de su historia. Quizá la más totalitaria sea la neoliberal porque, a diferencias de las otras, busca someter todo al mercado capitalista, en otras palabras, es guiada enteramente por una utopía, la cual ve al ser humano como una mercancía, no sólo su fuerza de trabajo, sino toda su existencia. Al mismo tiempo que realza el papel del individuo aislado, que por sí mismo puede vivir, desechándose a la comunidad. Estamos hablando, en todo caso, de una forma de ver el mundo, insertada en los valores de la cosmovisión moderna, porque reclama de ella la defensa del individuo, atomizado y rendido al poder del capital y al sometimiento de la naturaleza. La discusión, aun así, queda abierta y falta mucho por seguir pensando.