Alonso Castillo Flores
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Distintos pensadores del Perú se han preocupado por el qhari-warmi, la complementariedad entre varón y mujer. El pensamiento de los incas partía —según Emilio Choy (1981, p. 101)— de la distinción entre qhari y warmi, siendo asociado al primero, el sol, arriba, día, verano; y a la segunda, la luna, abajo, noche, invierno. Choy notaba que esto guardaba similitudes con la filosofía de Lao Tse en China, de hecho, Guardia Mayorga (1960, p. 209) recordaba el Yin Yang chino: lo masculino: calor, expansión; y lo femenino: frío, retraimiento.
La paridad andina es una dialéctica del equilibrio, donde hay un jerárquico arriba y abajo, Hanan-Urin. Según Milla Villena (2002, p. 21), un ceramio de la costa norte representa una dialéctica, anterior a la griega y la marxista, en ella figura la complementariedad de un hombre: derecha, angular, causa; y una mujer: izquierda, circular, efecto. En cambio, en la dialéctica de Pitágoras de Samos, el varón está asociado a lo bueno, la luz y el orden; mientras la mujer se asocia a lo malo, las tinieblas, el caos. Así lo notó Catalina Adrianzén (Movimiento Femenino Popular, 1975, p. 12).
La cosmovisión andina nos invita a pensar en la dualidad del hombre y la mujer, el chachawarmi (en aymara), y la idea de panipacha (dualidad e igualdad) y de jaqichasiña (matrimonio), donde no solo la mujer se convierte realmente en mujer, sino el hombre en verdadero hombre. Ambos tienen labores diferenciadas, pero trabajan la tierra y ocupan cargos comunales. A estas conclusiones llega el chileno Manuel Mamani (1999).
La categoría del yanantin (paridad)dice: Tukuy ima qhariwarmi “Todo es hombre o mujer” (Webb, 2012, p. 137), todo es sexuado, la propia cosmovisión de la dualidad se basa en la unión hombre-mujer. Según la región, son varón y mujer también los cerros, las piedras, la tierra, los vegetales, las especies, etc. Puede que ideas similares estén en el origen de idiomas latinos o germánicos, donde todas las cosas y fenómenos tienen género gramatical.
El equilibrio entre varón y mujer, pese a todas las diferencias reales y los “vicios” sociales precolombinos, ha sido a menudo reconocido muchas veces de forma mítica. Ese acento vemos en Dora Mayer (2021, p. 13):
El Perú posee en Manco Capac y Mama Ocllo el hermoso símbolo de la pareja fundadora, es decir el símbolo de la perfección social más completa dentro de los moldes de la vida humana tal como es en nuestros tiempos. Ni el hombre solo, ni la mujer sola, sino una doble individualidad fundida en la maravillosa unidad del complemento.
Aquí nos inclinamos por una dualidad sobre ambos sexos, y no un dualismo. El dualismo presenta dos sustancias, dos “naturalezas” distintas, excluyentes; la dualidad en cambio, nos presenta dos pares diferenciados pero integrados que pertenecen a la misma sustancia. En el Perú, esa dualidad implica también la dialéctica de lo nativo y lo occidental.
No se trata de una Eva como costilla de Adán, varón y mujer fueron igualmente creados por Viracocha o por Pachacamac (Rivara de Tuesta, 2003, p. 137). Hablamos de una dualidad integrada. Dualismo negativo es para Salazar Bondy (1995: p. 313) el de Platón, la división entre dos polos, padre-hijo, amo-esclavo, jefe-subordinado, y, por supuesto, hombre-mujer. Esta polarización genera alienación de los dominadores hacia los dominados.
Genara Castillo (2001: 11) se vale de la filosofía del español Leonardo Polo para decirnos que son ejemplos de la dualidad de lo humano: ser-esencia, cuerpo-alma, sociedad-individuo, hombre-mujer. También hace suya la complementariedad varón-mujer de la filósofa española Blanca Castilla (Castillo, 1998, p. 15). Entonces, la complementariedad no es una idea exclusivamente andina. Para Esther Festini, también existía una complementación entre lo masculino y lo femenino, ambos sexos conforman una sola persona, guiada por la razón (varón) y el amor (mujer) (Natteri, 2012, p. 81).
El chachawarmi, según Yanett Medrano (2014, p. 164), nos dice que “todo es mujer y hombre a la vez” (ukuy ima/qhariwarmi). Los hombres y mujeres son sujetos opuestos complementarios e integrados. Esta “dialéctica de la armonía” no debe entenderse de modo binario, reduccionista, sino de forma incluyente y compleja: La tierra es fecundada por el sol (masculino) y la lluvia (femenino), según Medrano. Agregaré que la biología contemporánea atestigua que todo embrión se forma inicialmente como femenino. En ambos sexos, además, existen cantidades mínimas de hormonas del sexo opuesto. Los propios incas parece que creían en un soberano cósmico que era femenino y masculino a la vez (Choy, p. 101).
Medrano valora los opuestos integrados de la cosmovisión andina, varón-mujer, día-noche, sol-luna, etc. (2012, pp. 25). A su vez condena las dictomías, categorías mitificadas excluyentes de masculino-femenino, civilizado-primitivo, científico-mítico, objetivo-subjetivo, cuerpo-mente, etc. (2015, p. 115), porque con ellas, se pretende imponer una sobre la otra. Estos pares están integrados en la dialéctica que describe Easterman: se relacionan, se corresponden, se complementan, se reciprocan.
Aquí nos inclinamos por una dualidad sobre ambos sexos, y no un dualismo. El dualismo presenta dos sustancias, dos “naturalezas” distintas, excluyentes; la dualidad en cambio, nos presenta dos pares diferenciados pero integrados que pertenecen a la misma sustancia. En el Perú, esa dualidad implica también la dialéctica de lo nativo y lo occidental. Toda idealización de una cultura sobre otra —pese a sus notables diferencias—, al igual que de un sexo sobre el otro, resulta en una mistificación, una fetichización.
Referencias bibliográficas
Castillo-Córdoba, G. (1998). Consideración antropológica de los tipos humanos varón y mujer. https://pirhua.udep.edu.pe/handle/11042/1610
Castillo-Córdoba, G. (2001). ¿Cómo comprender al hombre de hoy? https://pirhua.udep.edu.pe/handle/11042/1651
Choy, Emilio (1981). “Desarrollo del pensamiento especulativo en la sociedad esclavista de los Incas”. Waldemar Espinoza Soriano. Los modos de producción en el imperio de los Incas. 95-112.
Guardia Mayorga, César (1960). De Confucio a Mao Tse-tung. Lima: Disenso: Crítica y Reflexión Latinoamericana, vol. 3, n° II, diciembre del 2020 Alonso Castillo Flores / Ecosofía andina frente a otras filosofías 33 Minerva
Mamani, M. M. (1999). Chacha-warmi. Paradigma e identidad matrimonial aymara en la provincia de Parinacota. Chungara, Revista de Antropología Chilena, 31(2), 307-317.
Mayer. D. (2021). 21 intelectuales peruanos del siglo XX (Antología). Bicentenario Perú 2021.
Medrano Valdez, Y. (2012). Chacha-warmi. Otra manera de equidad de género vista desde la cultura amara, Pluralidades, 1(1), 11-39.
Medrano Valdez, Y. (2015). Pensar la interculturalidad en términos de descolonización feminista, Pluralidades, 4(4), 101-129.
Milla Villena, C. (2002). Ayni. Introducción a la paleosemiótica. Amaru Wayra.
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Salazar Bondy, A. (1995). Dominación y liberación. Escritos 1966-1974. Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM.
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