Enseñar a escribir un artículo de investigación sin nunca haber escrito uno

Jaime Araujo-Frias

jaraujof@unsa.edu.pe

«Mediocre» quiere decir no tener la suficiente capacidad para llevar a cabo una determinada actividad. Nadie está libre de ser mediocre en algo, lo grave es presumirlo. La calidad de nuestras instituciones depende de la calidad de sus profesionales. Un buen profesional es un bien público. En cambio, un mal profesional es un peligro público. Para muestra responda las siguientes preguntas: ¿Aceptaría que en un médico que nunca ha realizado una cirugía le extirpe un edema cerebral?, ¿aceptaría que un abogado que nunca ha patrocinado un proceso judicial le patrocine un proceso judicial de divorcio? o ¿aceptaría que un profesor de natación que no sabe nadar le enseñe a nadar a su hijo? La respuesta a estas tres preguntas es, sin duda, un rotundo “no”. Por extensión, entonces ¿por qué aceptamos que profesores que jamás han escrito un artículo de investigación enseñen cómo escribir un artículo de investigación?

La pregunta está motivada por dos hechos concretos. El primero, hace unos días leí en las redes sociales que se ofrecía un curso con un título asombroso: “¿Cómo escribir un artículo y no morir en el intento?”. Me inquietó mucho semejante título y decidí averiguar sobre la experiencia del profesor que lo iba a impartir. El resultado fue más asombroso que el título del curso: no había escrito ninguno, salvo algunos post en el Facebook. Y el segundo, hace aproximadamente un par de meses atrás recibí una llamada telefónica de un profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad de San Agustín. Me comentó que le habían designado como asesor de una tesis formato artículo y que necesita saber cuál era la estructura de un artículo. Confesó que aún no había escrito ni publicado ninguno, como la gran mayoría de sus colegas, incluso como los que enseñan cómo escribir un artículo de investigación.

No conocer no es un problema. El verdadero problema es creer que se conoce cuando en realidad no se conoce. Y peor aún, pretender enseñar a practicar a otros aquello que se cree conocer cuando en realidad no se conoce ni se practica.

Siempre ha habido y habrá personas dispuestas a enseñar aquello que no conocen ni practican, porque como sugiere Haidt (2019), la gente se esfuerza más en aparentar que sabe que en realmente saber. Sin embargo, jamás como ahora habían presumido su mezquindad. Las cátedras universitarias cada vez más están siendo ocupadas por profesores tremendamente mediocres. Es admirable como de la nada y con su solo esfuerzo y dedicación, algunos han alcanzado el grado más alto de mediocridad profesional. Al respecto, Musil (2015) decía que “si la estupidez no se asemejase al progreso, el ingenio, la esperanza y la mejoría, nadie querría ser estúpido”. Parafraseándolo podemos decir que, si la mediocridad no se asemejase al progreso, el ingenio, la esperanza y la mejoría, nadie querría ser mediocre. En esto radica para muchos lo fascinante de la mediocridad.

No conocer no es un problema. El verdadero problema es creer que se conoce cuando en realidad no se conoce. Y peor aún, pretender enseñar a practicar a otros aquello que se cree conocer cuando en realidad no se conoce ni se practica. Hay problemas teóricos y problemas prácticos. Un problema teórico se resuelve cuando conozco la solución: por ejemplo, un problema matemático. En cambio, un problema práctico no se resuelve cuando conozco la solución, sino cuando pongo en práctica aquello que conozco: por ejemplo, escribir y publicar un artículo de investigación (Marina, 2013). Para enseñar a resolver problemas prácticos no se requiere solamente conocer, sino haber puesto en práctica aquello que se conoce. Porque, en definitiva, uno no enseña lo que conoce, sino, sobre todo, lo que practica. Y lo que practica es lo que vive.

Es muy probable que lo expuesto moleste al menos a algún profesor que enseña lo que no conoce ni práctica. Incluso puede que nos acuse de atentar contra su desarrollo profesional. Pero como aconsejó el primer director general de la BBC, Lord Reith, a veces hay personas a las que uno tiene la obligación de joder (como se citó en Ramachandran, 2012). Y esta es una de esas veces y esas personas. Las que están ocasionando un grave perjuicio a los alumnos, muchos de los cuales terminan odiando la investigación científica. Finalmente, para irritarles un poco más, me despido dedicándoles la siguiente frase de Mariátegui (1920): «En el Perú es necesario ser absolutamente mediocre para no ser detestado. El talento causa miedo y por ende reacción”.

Referencias bibliográficas

Haidt, J. (2019). La mente de los justos. Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Deusto.

Marina, J.A. (2013). Talento, motivación e inteligencia. Las claves de una buena educación. Ariel.

Mariátegui, J.C (06/03/1920). Carta a Bertha Molina (Ruth). https://bit.ly/3eJft8g .

Musil, R. (2015). El hombre sin atributos. Vol. I. Seix Barral.

Ramachandran, V.S. (2012). Lo que el cerebro nos dice. Los misterios de la mente humana al descubierto. Paidós.

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