Benjamín D. Huisa-Cruz
bhuisa@unsa.edu.pe
El pasado 11 de abril del 2021 los peruanos celebrábamos las elecciones generales para elegir a nuestros representantes a la Presidencia y el Congreso. Para la sorpresa de la prensa y de las élites políticas, los primeros resultados colocaban en primer lugar a un profesor rural y sindicalista. Este sería el inicio de un largo proceso en el que se buscaría derrocar y desconocer la voluntad popular.
Pedro Castillo, el maestro rural, nunca fue del agrado de las altas élites que gobiernan este país. Es por ello, que desplegaron contra él un sinnúmero de ataques con el fin de desprestigiarlo. Así, los medios de comunicación y las redes sociales se inundaron de comentarios racistas, mensajes de odio, y clasismo; no solo contra Castillo, sino también contra sus seguidores y simpatizantes. El periodista Beto Ortiz, caricaturizaba a los ronderos ridiculizando al ciudadano campesino mientras los grupos de extrema derecha lo aplaudían y se sumaban con su ya conocida y desgastada estrategia: “el terruqueo”.
Contra todo pronóstico, Pedro Castillo era elegido Presidente de la República por la voluntad popular. Esto generó la molestia de los grupos de derecha que bajo la bandera de la democracia buscaban desconocer los resultados denunciando un “fraude sistemático”. El circo armado por los partidos perdedores no resultó. Sin embargo, aún tenían otras cartas que jugar y con el apoyo de la prensa y los grandes grupos económicos dieron inicio a su último golpe: la vacancia presidencial.
Pedro Castillo como presidente, se enfrentó a las grandes mafias del poder político y económico; y se mantuvo firme frente a los diferentes intentos de vacancia y ante las innumerables trabas a su Gobierno. Esto se reflejó en las constantes negativas a sus primeros gabinetes y las cuotas de poder exigidas por los grupos políticos. Esto sumado a la inexperiencia de Pedro Castillo para elegir a su entorno determinó un gobierno sumamente caótico.
La derecha ha consumado su golpe final contra la voluntad popular. En su larga lucha ha alcanzado tomar el poder para conservar sus privilegios. Este golpe es claro un mensaje de las grandes élites políticas y sociales al pueblo: nadie puede atreverse a quitarles el poder.
El pasado 7 de diciembre Pedro Castillo anunciaba la disolución del congreso a través de un mensaje a la nación, horas antes de votarse la vacancia presidencial. Hecho catalogado por la prensa como un golpe de Estado. Tiempo después el presidente fue detenido y acusado del delito de rebelión y conspiración a pesar de que, según los hechos, no cabe el tipo penal; ya que, según el artículo 346 del Constitución Política, el delito de rebelión se consuma cuando alguien “se alza en armas para variar la forma de gobierno, deponer al gobierno legalmente constituido o suprimir o modificar el régimen constitucional”.
La derecha ha consumado su golpe final contra la voluntad popular. En su larga lucha ha alcanzado tomar el poder para conservar sus privilegios. Este golpe es claro un mensaje de las grandes élites políticas y sociales al pueblo: nadie puede atreverse a quitarles el poder.
Sin embargo, la población ha respondido con numerosas marchas en el interior del país. Los hermanos apurimeños luchan en Andahuaylas exigiendo la renuncia de la ahora presidente Dina Boluarte, el cierre del congreso y elecciones generales. El pedido se replica en Arequipa, en Cusco, en Ica y diferentes ciudades del país. A esto se suma el reclamo de una asamblea constituyente como solución a la amplia crisis política.
Es momento de cerrar filas y mostrarnos consecuentes con nuestras consignas políticas. El pueblo ha salido a luchar, no podemos ser indiferentes. Solo el pueblo salvará al pueblo. ¡Asamblea Constituyente ya!