Alonso Emilio Castillo-Flores
acastillof@unsa.edu.pe
El Perú está dividido… y hace mucho. Las protestas de los últimos meses no han fracturado el país, sino que han sacado a la luz lo que realmente somos, un país fragmentado que busca unificarse mediante proyectos distintos, unos emancipadores, otros opresores. El problema tan crudo al que asistimos no solo tiene contornos sociales, políticos, económicos, étnicos y culturales, es un problema de carácter filosófico, vale decir, ontológico. La ontología es la rama de la filosofía que estudia el ser, y para muchos filósofos a lo largo de la historia humana, el problema del ser es el problema fundamental de la filosofía. Una ontología social estudia el ser social, el ser histórico.
¿Qué es, pues, el Perú? ¿Por qué unos piensan que el Perú es una entidad nacional y otros creen que es plurinacional? ¿Por qué unos piensan que el Perú es un país moderno y globalizado, y otros creen que el Perú es una sociedad ancestral y con fisionomía propia? El Perú como lo conocemos es el Perú republicano. Una república es un Estado cuya soberanía no yace en un monarca sino en el pueblo, esto es, en sus ciudadanos.
El Perú y, sobre todo, su capital Lima, son en la época de la emancipación el bastión colonial de España. ¡Más peruanos pertenecían al ejercito realista que al patriota! Nuestros primeros gobernantes fueron realistas que, tras ver el poco futuro del Imperio Español, se pasaron al bando patriótico e independista (…)
Pues bien, nuestra república nace —según la historia oficial— con la declaración de la independencia de 1921. Perú se independiza de España no por fuerzas propias sino por sudamericanos independentistas a los que se unieron nuestros patriotas. El Perú y, sobre todo, su capital Lima, son en la época de la emancipación el bastión colonial de España. ¡Más peruanos pertenecían al ejercito realista que al patriota! Nuestros primeros gobernantes fueron realistas que, tras ver el poco futuro del Imperio Español, se pasaron al bando patriótico e independista (Béjar, 2012, 261-275). La mayoría de ellos, La Mar, Riva Agüero, Gamarra, etc. fueron arribistas que nunca tuvieron un proyecto nacional ni mucho menos plurinacional, sino ambiciones personalistas y de clase, la nueva clase de oligarcas terratenientes que surgió desde la colonia. Pío Tristán, presidente del nuevo Estado Sud-Peruano de 1837 a 1839, fue nada menos que el último virrey del Perú colonial.
La nueva república no estaba interesada en las grandes poblaciones andinas y amazónicas, ni tampoco en los esclavos negros. Esta república no quiso hacer de ellos ciudadanos y, siendo que la soberanía de una república descansa en sus ciudadanos, era una república que no quería ser república. Con todo, las constituciones de esta “república” afirman el carácter unitario e indivisible de la nación peruana. ¿Es el Perú uno? ¿O es acaso dual? Que el Perú esté dividido, no implica que sea “dual”, más que dual es plural (Lumbreras, 2006: 172). La idea del dualismo es impuesta por España: españoles y no españoles, como patricios y plebeyos, alimentada con nuestra moderna idea de “derecha” e “izquierda”, y exacerbada en los periodos eleccionarios de segunda vuelta, donde hay dos candidatos que a veces representan a sendos bandos.
El Perú, como sociedad, ya no como república, es un conglomerado de clases sociales que conviven pacíficamente, pero que de rato en rato entran en conflicto. Y las clases sociales no son dos, hay clases dominantes y dominadas, pero también hay clases intermedias que sirven de puente, y hasta de instrumento de dominación. El Perú es también un conglomerado de grupos etnoculturales aun demarcados pese a su amplia gama de mestizaje, y pese a que los congéneres de un grupo pueden tener opciones políticas distintas y hasta antagónicas. El Perú no es “multinacional”, porque la nación no es la etnia, la nación se compone de varios grupos etnoculturales. El Perú es más bien pluricultural, pluriétnico y plurilingüístico (Rivara, 2019).
El Perú también es una suma de sus regiones, que son, sin embargo, el contenido espacio-temporal de los grupos etnoculturales. Por ejemplo, la sierra sur del Perú es predominantemente quechua. El regionalismo de estas regiones no implica ningún separatismo serio, sino el sentimiento de protesta e insurgencia contra el centralismo limeño, atado a la mentalidad colonial. No es cierto que los puneños se sientan bolivianos, ellos más bien tienen muy presente lo que los distingue de nuestros vecinos del otro lado del Titicaca, y hasta se disputan la primacía de muchas expresiones culturales. No es cierto que el regionalismo arequipeño crea en eso de “la república independiente”, los arequipeñistas más bien creen que la identidad cultural mistiana es la mejor expresión de la identidad nacional peruana (Quiroz Paz Soldán, 2005).
El componente español o, mejor dicho, criollo, de nuestra nación no es menos importante, pero tampoco es el fundamental. Es política y lingüísticamente dominante, pero no necesariamente el más sustancial en términos culturales ni mucho menos étnicos. Una nueva Constitución Política debe reconocer esta problemática y hacer frente a la pluralidad peruana. Estas aseveraciones no evaden el problema económico. Si el modelo económico quiere modificarse, es precisamente para atender a los grupos y regiones donde éste resulta ser rechazado o indiferente. La propia economía de “libre mercado” excluye amplios sectores postergados, a veces muy demarcados regional y étnicamente.
El Perú es una nación ciertamente unificada bajo un territorio y una historia, con una pluralidad riquísima a nivel cultural, étnico y lingüístico. Pero su sistema político y social está fracturado, está en crisis, precisamente por no reconocer su carácter plural. Más que pluri—, nuestra nación es inter-cultural, muy entrelazada étnica y lingüísticamente, y eso debe discutirse seriamente. El Perú como un ser nacional, como un todo plural, como proyecto republicano, está por construirse. Es más, se está construyendo. Muy a nuestro pesar, con sangre, sudor y lágrimas.
Referencias bibliográficas
Béjar, H. (2012). Mito y utopía. Relato alternativo del origen republicano del Perú. AcHeBé.
Lumbreras, L. G. (2006). Violencia y mentalidad colonial en el Perú. Fundamentos para una crítica de la razón colonia. Instituto Nacional de Cultura.
Quiroz Paz Soldán, E. (2005). “La identidad cultural arequipeña como camino de la identidad nacional peruana”. Persona y Cultura. Revista de la Universidad Católica de San Pablo. 4(4), 57-75.
Rivara, M. L (2019). “En torno a la identidad nacional”. Quiroz Ávila, R. (comp.). Ni calco ni copia. Antología de la filosofía peruana. Solar, 103-110.