La enseñanza de la filosofía como servicio público

Jaime Araujo-Frias

jaraujof@unsa.edu.pe

Concibo la filosofía como una práctica teórica que piensa los problemas de la realidad en sus fundamentos con la pretensión de hacer aparecer lo que no es aparente. En otras palabras, defiendo que la filosofía es una actividad que nos incita a no quedarnos con el mero aparecer de las cosas sino a ir más allá, a lo que está detrás del aparecer de las cosas. En este sentido, a diferencia de los animales no humanos que únicamente son capaces de conocer lo que las cosas parecen, el ser humano es el único animal que filosofando es capaz de llegar a conocer lo que las cosas son, es decir, lo que las cosas son en realidad y no solamente lo que parecen.

La filosofía en nuestro país no tiene buena reputación. Hay gente que sabe muchas cosas de ella, pero que no son ciertas. Como, por ejemplo, que no sirve, que es inútil, que es una profesión para vagos, que no tiene demanda laboral o que no contribuye al desarrollo del país. Todo lo cual es comprensible, porque si la filosofía, como hemos dicho, es una práctica teórica de pensamiento que nos permite ver lo que no es aparente a simple vista, entonces, es normal que las personas que la desprecian o rechazan no alcancen a ver su utilidad. Porque, en definitiva, es la teoría la que decide qué realidad podemos ver.

Contrario a lo que cree y dice mucha gente, sostengo que la filosofía es un servicio público. Me explico brevemente por qué. Vivir supone convivir, porque se ha constatado que la cooperación social es la clave de la supervivencia (Wilson, 2020; Harari, 2017). Y convivir, inevitablemente, supone enfrentar y resolver problemas. Porque nuestra “insociable sociabilidad, hace que no podamos ni prescindir de los demás ni renunciar, por ellos, a la satisfacción de nuestros propios intereses y deseos” (Kant, trad. en 2011, p. 33). La conclusión es evidente, demasiado evidente en realidad: vivir presupone enfrentar y resolver problemas.

En cambio, gobernar un país, organizar una empresa, ser buenos padres o buenos ciudadanos no se puede alcanzar con la mera aplicación de un algoritmo. Exige aplicar normas universales a casos particulares. Y ese paso de lo abstracto a lo concreto es una actividad que requiere una gran dosis de pensamiento crítico y creatividad.

Al respecto, los expertos sugieren que hay dos tipos de soluciones a los problemas: soluciones algorítmicas y soluciones heurísticas. Veamos en qué consiste cada una de ellas:

Algoritmo es una palabra que deriva del nombre del matemático persa Al-juarismi. Significa un procedimiento rigurosamente establecido, que consiste en un conjunto de reglas o procedimientos para resolver un problema (Marina & Satrústegui, 2013), por ejemplo, los manuales de instrucción para arreglar una lavadora o las fórmulas para llevar las estadísticas de la vacunación contra la Covid-19. Heurística, en cambio, es una palabra complicada. Tiene su origen en la misma raíz que “eureka”: lo encontré. Y se trata de procedimientos informales e inventivos para encontrar una solución. Se aplica a los problemas que más nos interesan y perturban (Marina & Satrústegui, 2013), tales como enfrentar la pérdida de un familiar o un despido laboral, combatir la corrupción o elegir bien una carrera profesional.

Lo que pretendemos hacer ver es que las estadísticas de las personas vacunadas contra la Covid-19, por ejemplo, es una actividad muy compleja, pero es simplemente cálculo: lo puede realizar una máquina con mucha facilidad. En cambio, gobernar un país, organizar una empresa, ser buenos padres o buenos ciudadanos no se puede alcanzar con la mera aplicación de un algoritmo. Exige aplicar normas universales a casos particulares. Y ese paso de lo abstracto a lo concreto es una actividad que requiere una gran dosis de pensamiento crítico y creatividad. La crítica para podar la frondosidad carcelaria de los sesgos y prejuicios que nos impiden tomar buenas decisiones, y la creatividad para salir del círculo trazado y romper con la tiranía de la costumbre.

En suma, por un lado, McKinsey & Company, una de las más importantes consultoras del mundo que presta sus servicios a las mayores empresas de negocios del mundo, gobiernos e instituciones han señalado que el 30% del crecimiento producido en el mundo procede de trabajos que requieren soluciones algorítmicas, mientras que el 70% proviene de trabajos que demandan soluciones heurísticas (Marina & Satrústegui, 2013). Y, por otro lado, el informe del Foro Económico Mundial Los empleos del mañana, publicado a finales del 2020, califica al pensamiento crítico y a la creatividad como las dos habilidades más buscadas en el mercado laboral (Fernández, 10/12/2021).

La filosofía, como es sabido, es una de las herramientas más eficaces para cultivar el pensamiento crítico y la creatividad. Finalmente, con base en lo expuesto, es razonable convenir que la enseñanza de la filosofía no es una opción, es inevitable si se pretende ampliar las posibilidades de solución a los problemas que más nos aquejan y para los cuales no existen procedimientos algorítmicos: la corrupción, la desigualdad, el crimen organizado, entre otros.  

Referencias

Fernández, J.A (10/12/2021). El relevante papel de las humanidades en un mundo cada vez más tecnológico. El País. https://acortar.link/MT2GWB .

Harari, Y. N. (2017). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Debate.

Kant, I. (2008). Idea de una historia universal desde un punto de vista cosmopolita (trad. E. García Belsunce). Prometeo.

Marina, J.A & Satrústegui, S. (2013). La creatividad económica. Ariel.

Wilson, E. O. (2020). El origen de las sociedades: Crítica.

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