Willaq Pirqa (2022) y el cine en las comunidades andinas y amazónicas del Perú frente a la discriminación lingüística

Benjamín D. Huisa-Cruz

bhuisa@unsa.edu.pe

A comienzos del 2023 Willaq Pirqa se presentaba en los cines peruanos fechas después de su primer estreno. La película había sido filmada completamente en quechua y se unía así a un conjunto de cintas peruanas en lenguas originarias. Por lo general, estas películas tenían un tiempo en cartelera bastante corto y con horarios poco accesibles, eso sólo si llegaban a ser estrenadas en alguna cadena grande de cines. Willaq Pirqa fue la excepción, pues cuando llegó se mantuvo en cartelera mucho más tiempo de lo esperado para una película en lengua originaria.

En el Perú el castellano es la lengua más extendida, y la variedad estándar la más predominante (considerada erróneamente la variedad correcta de hablar). Las diversas variedades del castellano (diastráticas y diatópicas) se ven relegadas ante el uso de la lengua de los grupos que tienen el poder económico y político. El problema se incrementa cuando la variedad lingüística se debe al bilingüismo que usa el castellano como segunda lengua y que contiene rasgos lingüísticos particulares sobre todo en el fenómeno fonético-fonológico, morfológico y sintáctico. El hablante de una variedad lingüística relegada o de una lengua originaria desplazada sufre discriminación por no coincidir con el uso estándar y comprende que no puede expresar sus ideas por temor a ser juzgado. Esta situación de discriminación lingüística se eleva al plano artístico donde el arte también se asume desde una visión cultural propia de los grupos privilegiados.

Así, Willaq Pirqa nos muestra la necesidad de las comunidades quechuas de verse representadas en las manifestaciones artísticas. El personaje “Sistu” se convierte en una especie de intermediario entre el cine y su comunidad, para de ese modo compartir su pasión por el séptimo arte, a pesar de los prejuicios contra este.

Cesar Galindo nos presenta Willaq Pirqa como una historia sobre el impacto del cine en la vida de un niño quechuahablante de los años 70 que junto a su comunidad sueñan con ver cine en quechua. Es cierto que en la actualidad la tecnología ha permitido la democratización del cine en el Perú, ya que poco a poco se ven películas de producciones locales. Sin embargo, en el contexto temporal de la película no existían películas donde el quechua u otra lengua originaria sean protagonistas. Así, Willaq Pirqa nos muestra la necesidad de las comunidades quechuas de verse representadas en las manifestaciones artísticas. El personaje “Sistu” se convierte en una especie de intermediario entre el cine y su comunidad, para de ese modo compartir su pasión por el séptimo arte, a pesar de los prejuicios contra este.

Desde mi experiencia, el cine ha significado una novedad para las comunidades alejadas del país. En la provincia del Manu (Madre de Dios) no existía fluido eléctrico y mucho menos salas de cine, ni siquiera televisores. El cine era una novedad, cuando algún foráneo llegaba con un televisor en blanco y negro y su generador de energía, la comunidad entera se reunía para poder compartir ese momento entre todos. La novedad se incrementaba cuando llegaban películas locales, pues eran mucho más comprensibles, ya que las variantes lingüísticas presentadas en estos filmes eran mucho más propios.

El cine, como las demás manifestaciones artísticas, forma parte de la identidad de los pueblos y es sumamente importante que las comunidades hablantes de lenguas originarias o variedades lingüísticas no predominantes tengan su propio cine como una manera de decir “existimos, estamos aquí”. Apelamos a un cine popular, que pueda nacer de los sectores marginados y de la periferia como una manera de hacerle frente a la imposición cultural de las clases dominantes a través de sus propias variantes lingüísticas.

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