Armando Trelles-Castro
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Los conocimientos que aprendemos antes de ser enseñados han sido creados. Ningún saber ha existido desde siempre, porque a partir de la más grande y angustiosa ignorancia toda cultura tuvo que realizar sus sistemas intelectuales, que eran necesarios para seguir existiendo. En ese sentido, todo saber es fruto de la necesidad, tanto espiritual como material. Por tal motivo, es necesario tener en cuenta que la génesis del conocimiento está sujeta al pensamiento creativo, el cual se enfrenta a los problemas que surgen en el mundo, debido a que la vida es problemática y nuestra existencia está determinada por aquellos que más nos afectan.
En nuestra época, a pesar de la abundancia de conocimientos, podemos intuir que todos ellos no solucionan los problemas que existen, sino que gran parte de estos generan otros asuntos que resolver (Rodríguez, 2023, párr. 15). Ante esta situación, ¿deberíamos poner fin al pensamiento? No, debido a que eso no es posible, porque al igual que la madera puede producir incendios, no es culpa suya que se encienda. Lo mismo ocurre con el pensamiento, si genera nuevos problemas no es por su culpa, sino que es por causa de la naturaleza de la vida, al no tener respuestas definitivas tampoco tiene soluciones definitivas.
El pensar filosófico ha sido una actitud presente entre nosotros porque no existen respuestas ni soluciones definitivas. Porque para el filosofar los problemas pueden pensarse desde varios lados, hasta de aquellos que no imaginábamos que pudieran verse. El pensamiento filosófico atraviesa a los otros saberes como la luz lo hace por una ventana. La filosofía, en su dura flexibilidad, puede manifestarse en el arte, en la ciencia, en la religión y hasta como un estilo de vida. Sin embargo, no es un saber de soluciones, es un saber de problemas, porque todo problema puede aparecer si existe el pensar que pueda hacerlo visible, mostrarlo ante todos y dejarlo ensangrentado y llorando, como una criatura recién nacida.
Diferenciamos la actitud filosófica de la filosofía. De la actitud filosófica nacen los problemas que son estudiados por la filosofía. Pero esos problemas no son filosóficos, sino que pertenecen a la vida y la vida es existencia, la cual puede ser ideal o material; la filosofía no es la vida y la vida no es filosofía. Lo que sí es filosofía corresponde a los problemas que la actitud filosófica logró plantear.
Si pudiese existir una definición sobre la actitud filosófica, sería acaso la de ser un pensar que problematiza la vida. Una problematización tiene que ver con aquella acción reflexiva que ve problemas donde se percibían normalidades. No obstante, como se sabe, las definiciones son provisionales y, en su formalidad, mejorables. Cuando nace alguien se le pone un nombre, cuando nace un problema le colocamos signos de interrogación, es decir, generamos una pregunta. La filosofía no es el saber que se hace preguntas, sino es aquel que puede problematizar aquello que anteriormente pasaba desapercibido. Por ejemplo, podemos preguntarnos qué comida preferimos, lo cual es diferente a problematizar por qué la gente no puede comer y se muere de hambre. Es muy diferente decir que hace más calor porque la tierra se calienta, a problematizar por qué se calienta la tierra.
El ejercicio filosófico es el de hacer problemas. Para eso necesita la actitud filosófica, que no es la filosofía sin más, porque la filosofía no es únicamente una actitud. La filosofía es el saber que desarrolla las intuiciones y las hace madurar. Por esa razón representa el sentir de una época, tanto de forma oficial (ontología = ideología dominante / lo que es) como subversiva (metafísica = ideas nuevas o renovadoras / lo que no es).
Diferenciamos la actitud filosófica de la filosofía. De la actitud filosófica nacen los problemas que son estudiados por la filosofía. Pero esos problemas no son filosóficos, sino que pertenecen a la vida y la vida es existencia, la cual puede ser ideal o material; la filosofía no es la vida y la vida no es filosofía. Lo que sí es filosofía corresponde a los problemas que la actitud filosófica logró plantear. Por eso el maestro Dussel (1980) sostiene que la filosofía nace de lo no-filosófico. Lo no-filosófico puede existir en todos lados, por esa razón, la filosofía está latente en aquello que no tiene una solución determinada (algorítmica) (Araujo, 2023). Lo que no es filosófico es la presa que puede ser alimento para el depredador y no sospecha su situación.
De esta diferencia extraemos la siguiente intuición: una cosa es aprender filosofía y otra aprender a filosofar:
1) Aprender filosofía es maravillarnos con todo el pensamiento que logró crear lo que antes no se había pensado y si se pensó, es revisado desde otros puntos de vista. Por lo que la filosofía puede estudiarse desde los problemas y temas, o desde los autores. Todo ello se apoya en una cronología adecuada al que quiera iniciarse o enterarse sobre esos conocimientos. Debido a esto, la filosofía puede ser enseñada por quien esté enterado de aquello y por lo general, esos saberes forman parte de lo que se conoce como humanidades (ya lo explicamos, la filosofía puede aparecer en todas las formas, ver párrafo 3).
2) Pero aprender a filosofar es desarrollar una sensibilidad capaz de problematizar. Es decir, aprender que “sólo es [filósofo] aquel que siente que la vida no es natural / que es asombro / descubrimiento revelación / que no es normal estar vivo” (Peri Rossi, 2003). Aprender a filosofar es desarrollar la actitud crítica, que necesariamente va a generar contradicciones, incluso hasta con los que se está de acuerdo. Y, sobre todo, es ser más amigos de la verdad que de los propios amigos, como diría Aristóteles.
En el mejor de los casos, para hacer filosofía se requiere aprender filosofía y a su vez aprender a filosofar. Sin embargo, si no se puede lo primero y se quiere hacer filosofía, es necesario inculcar la actitud filosófica. Cuando aprendes filosofía, recurres al legado de las humanidades y corres el riesgo de quedarte dentro de estos saberes. Cuando aprendes a filosofar te conviertes en un insecto, algo así como el que describe el libro de Kafka, es decir, sufres una metamorfosis. Eres una cucaracha, tu alimento es todo aquello que para otros no sería comestible. Todo aquello que no es filosófico alimentará a tu filosofía si la logras cultivar. De tal manera que hacer filosofía es salir de lo mono-disciplinario (estudiar una sola disciplina), recurrir a todo aquel conocimiento que pueda servir a la problematización de lo que aún no ha sido pensado.
En ese sentido, sólo puede enseñarte a filosofar quien esté filosofando. Porque cualquier persona que tenga voluntad puede leer un manual de filosofía, hacer muchas reseñas, monografías, búsquedas bibliográficas y enumerar incansablemente todos los filósofos o todos los temas, o los filósofos que hablaron sobre un tema, pero no podrán enseñar a filosofar porque no tienen actitud filosófica, porque no problematizan, porque no están obsesionados con un problema, sino con temas de la filosofía.
En cambio, quien enseña a filosofar echa mano de muchos recursos, tanto de las ciencias más avanzadas, como de la propia disciplina filosófica y, a través de su experiencia y sobre todo del desarrollo de su sensibilidad para ver problemas donde se ven normalidades, transmite lo poco o lo mucho que sabe, para que otro quede mordido y contagiado por la actitud filosófica, que es como la rabia avanzada: sólo acaba con la muerte del pensador. Muerto el perro muerta la rabia, muerto el filósofo muerta su actitud, pero deja el legado de su problema. Quedan sus ideas, las cuales, en algún momento, serán estudiadas y repetidas; pero que podrán servir, sobre todo, a generar o despertar la actitud filosófica, que es como el instinto del cazador en busca de su presa.
Referencias bibliográficas
Araujo-Frias, J. (2023). La enseñanza de la filosofía como servicio público, en Barro Pensativo. Centro de Estudios e Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales. https://barropensativocei.com/category/blog/bloggers/jaime-araujo-frias/
Dussel, E. (1980). Filosofía de la liberación. Universidad de Santo Tomás.
Peri Rossi, C. (2003). Estado de exilio. Visor.
Rodríguez, E. (2023). Byung-Chul Han: “hoy corremos detrás de la información sin alcanzar un saber”, en Lecturas sumergidas. Una manera diferente de leer la cultura. https://lecturassumergidas.com/2021/10/31/byung-chul-han-hoy-corremos-detras-de-la-informacion-sin-alcanzar-un-saber/